
AREA ECOLOGICA INDIGENA CHANAJAO
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La comunidad de Nuevo Oriente de Chanajao, declaró su territorio como Área Ecológica Indígena (AEI) en Mayo de 2024. Esta laguna, junto con los humedales que la rodean, representa no solo una fuente vital de sustento, sino también un espacio sagrado para la comunidad, cuya relación con este ecosistema se basa en el respeto profundo y el equilibrio con la naturaleza. La zona alberga una megadiversidad de aves y peces, cuya conservación es esencial para el bienestar ecológico y cultural del territorio.
La pesca ilegal ha contribuido a la disminución drástica de la población de peces y contaminado el agua con gasolina y otros insumos químicos que afectan gravemente al ecosistema.
Ante esta amenaza, la comunidad, con el apoyo de la Guardia Indígena y en coordinación con el Consejo Shipibo Konibo Xetebo (COSHIKOX), ha puesto en marcha una serie de medidas para la defensa territorial. Uno de los pasos fundamentales ha sido la creación y juramentación de su propia guardia comunitaria, un hito clave en la protección de sus recursos naturales y en la garantía de la sostenibilidad de su entorno.

CREAR UN ÁREA ECOLÓGICA INDÍGENA
Las comunidades nativas Shipibo-Konibo-Xetebo estamos trabajando por la creación de Áreas Ecológicas Indígenas en nuestros territorios con la intención de proteger nuestro hábitat de manera integral y bajo una figura política propia.


DISEÑAR
su plan de manejo comunal y sustentable a través de asambleas y asesoría técnica.

DECLARAR
un Área Ecológica Indígena donde ejerzamos la autodeterminación de nuestro territorio. Este proceso debe ser democrático e incluyente.

EXIGIR
la destinación de un presupuesto que nos permita ejecutar nuestras estrategias de conservación y vigilancia.
Importancia de
ser un Área Ecológica Indígena

La formación de Áreas Ecológicas Indígenas (AEI) es de gran importancia para las comunidades indígenas por múltiples razones, tanto en términos culturales, ecológicos, sociales y políticos.

Las AEI son una herramienta clave para fortalecer la soberanía territorial. Permiten que las comunidades definan, gestionen y defiendan sus territorios frente a amenazas como la tala ilegal, la minería, la pesca depredadora o la expansión de actividades extractivas.

Al declarar un territorio como AEI, las comunidades se comprometen a protejer ecosistemas vitales como bosques, ríos, lagunas y humedales, que albergan una gran diversidad de especies. Esto contribuye directamente a la lucha contra el cambio climático y la degradación ambiental.

Las AEI revalorizan las prácticas tradicionales de manejo del territorio, la medicina natural, la agricultura sostenible y la relación espiritual con la naturaleza. Son espacios donde se transmite el conocimiento ancestral a las nuevas generaciones.

Al establecer un AEI, la comunidad ejerce su derecho a decidir cómo cuidar y usar sus recursos naturales. Esto fortalece la organización interna, la toma de decisiones colectiva y el rol de autoridades tradicionales como las Guardias Indígenas.

Al proteger su entorno, las comunidades aseguran agua limpia, alimentos saludables y un ambiente sano para las generaciones presentes y futuras. Las AEI son una inversión en la vida y la dignidad de los pueblos indígenas.
Desalojo de la Asociación de conservación ASOCONPREBIOCHA conocida como "Isla de los Monos" del territorio indígena en la Laguna de Chanajao.
En 2018, la Asociación para la Conservación ASOCONPREBIOCHA se instaló ilegalmente en territorio indígena en la zona de la laguna de Chanajao, sin haber realizado ningún proceso de consulta previa, libre e informada, tal como lo establece el Convenio 169 de la OIT y la Constitución del Perú. A pesar de esto, obtuvo autorización por parte del Ministerio del Ambiente, en un acto que vulnera los derechos colectivos del pueblo Shipibo Konibo y desconoce su presencia ancestral en la zona.
Durante seis años, la comunidad de Nuevo Oriente de Chanajao denunció reiteradamente esta invasión ante las autoridades competentes, sin recibir respuesta ni acción por parte del Estado. Ante el abandono institucional y el agravamiento de los impactos ecológicos y culturales, en 2024 la comunidad, en pleno ejercicio de su derecho constitucional al territorio, decidió actuar.
Con el respaldo del Consejo Shipibo Konibo Xetebo (COSHIKOX), su equipo legal, y la organización regional de la Guardia Indígena, se organizó un operativo de desalojo liderado por más de 40 miembros de las guardias indígenas, contando con el apoyo solidario de comunidades vecinas como Caimito, Flor de Ucayali, Sol Naciente y Nueva Betania. La acción consistió en bloquear el acceso de 15 embarcaciones pertenecientes a ASOCONPREBIOCHA, cuyos fines eran principalmente la pesca ilegal y el turismo no autorizado.
Durante la intervención, se encontraron animales en condiciones de maltrato dentro del área supuestamente destinada a la “conservación”, así como evidencias de contaminación del agua con productos químicos, lo cual estaba afectando gravemente la salud y seguridad alimentaria de la comunidad.
El operativo fue coordinado por el jefe de comunidad Elmer Vargas y la coordinadora local de la Guardia Indígena, Kelly Valera, en estrecha colaboración con aliados estratégicos. Especialistas legales del Instituto de Defensa Legal (IDL) y del área jurídica de COSHIKOX acompañaron la acción, brindando asesoría y explicaciones legales a los ocupantes sobre los derechos que amparan a la comunidad para ejecutar el desalojo.

Frente a esta acción legítima, y visiblemente incómodos por la resistencia indígena, los representantes de ASOCONPREBIOCHA respondieron con la llegada de su presidente Francis Chauca acompañado de dos efectivos de la Marina de Guerra del Perú, marcando la primera presencia oficial del Estado en el área. Lejos de mediar, su presencia implicó amenazas y hostigamientos a la comunidad, en particular a los miembros de la Guardia Indígena, reproduciendo así las políticas coloniales de imposición, despojo y criminalización. Sin embargo, esta vez, dichas tácticas fracasaron ante la organización, firmeza y legitimidad de la comunidad.
Como parte de su estrategia no violenta, el equipo comunitario se dirigió también a las instalaciones de ASOCONPREBIOCHA para entablar un diálogo pacífico con los trabajadores y turistas presentes, explicando con claridad las razones del operativo y el carácter ilegal de la presencia de la asociación en territorio indígena.
El poder de la lucha pacifica & la experiencia de recuperar el territorio.
Relato por Kelly Valera: Vice Presidenta de la Guardia Indígena Regional
En nuestra comunidad de Chanajao, vivimos durante años una situación muy difícil. Una empresa [de turismo] conocida como Asocomprebiocha, también llamada popularmente "la isla de los monos", llevaba más de siete años instalada dentro de nuestro territorio ancestral. Se habían adueñado de todo: los senderos, los árboles, las lagunas. El dueño incluso negaba nuestra existencia. Decía que nuestra comunidad nunca había estado ahí.
Nuestra comunidad es pequeña, somos apenas unas 20 familias, 20 casitas. Muchas veces nos preguntábamos: ¿qué podíamos hacer frente a una empresa con tanto poder? Además, todos los días –incluso los domingos– llegaban turistas de distintos países, como si ese territorio no tuviera dueños, como si nosotros no existiéramos.
Cuando escuchamos hablar de la Guardia Indígena y su forma autónoma de defender los territorios, decidimos acercarnos a las oficinas de COSHIKOX en Pucallpa. Hicimos muchas preguntas, y el equipo del área legal nos brindó asesoría. Nos explicaron nuestros derechos y nos guiaron sobre cómo actuar ante un caso como este. Fue entonces cuando tomamos una decisión que cambió nuestra historia: formar nuestra propia Guardia Indígena.
Yo fui nombrada coordinadora y me puse al frente de la lucha. Lo primero que hicimos fue la georreferenciación del territorio. COSHIKOX nos apoyó cubriendo el 50% del costo, y el resto lo reunimos entre todos los miembros de la comunidad. Aunque era mucho dinero para nosotros, sabíamos que valía la pena. Era por recuperar lo que nos pertenece.
La georreferenciación confirmó lo que ya sabíamos: la empresa estaba dentro de nuestro territorio. Con esta evidencia en mano, nos reunimos el 8 de octubre con toda la comunidad y el equipo legal de COSHIKOX. Notificamos a la policía regional, a la Marina Nacional y al Ministerio de Agricultura: nuestra comunidad estaba decidida a recuperar su territorio.
Junto al equipo legal y otras comunidades hermanas, elaboramos un plan estratégico. Vinieron guardias de cinco comunidades vecinas, hombres, mujeres, jóvenes y ancianos. Porque aquí, todas y todos cuidamos el territorio. El bosque y las lagunas son nuestra vida. Sin ellos, no somos nada.
Nos dirigimos pacíficamente hacia el área donde estaba instalada la empresa. Estuvimos allí varias horas hasta que apareció el dueño, repitiendo que ese terreno no era nuestro, que todo le pertenecía y que nuestra comunidad no existía. Luego se retiró.
Más tarde regresó con agentes de la Marina Nacional, a quienes había pagado para que lo acompañaran. Pero cuando les explicamos la situación y les mostramos las pruebas, decidieron retirarse.
Nosotros permanecimos allí, firmes, día y noche. Dormíamos bajo los árboles y cocinábamos lo que podíamos. Estábamos decididos a no movernos hasta que el problema se resolviera.
Al día siguiente, el señor trajo a funcionarios del Ministerio de Agricultura. Al revisar los documentos, confirmaron que la empresa estaba efectivamente dentro de nuestro territorio y que nuestra titulación era válida desde hacía muchos años.
Ante esto, el dueño reconoció que sí estaba en nuestro territorio, pero se negó a firmar el acta que le presentamos. Le dábamos una semana para desalojar, tiempo suficiente para llevarse sus pertenencias y los animales que tenía allí.
Al día siguiente llegó la policía regional y también la prensa. El dueño se encerró en su cabaña y corrió el rumor de que queríamos matarlo, lo cual fue una calumnia. Cuando el comandante de la policía conversó con nosotros y entendió la situación, fue a hablar con él. Estuvieron más de una hora reunidos. Al final, el comandante le dijo claramente: “Si no se retira, va a terminar perdiéndolo todo”. Le informaron que 500 metros cuadrados de su propiedad estaban fuera de nuestro territorio ancestral y que esos sí seguirían siendo suyos.
Finalmente, el señor firmó el acta y comenzó el proceso de desalojo. Así, dimos el primer paso en la recuperación de nuestro territorio.


“Sin lagunas, sin bosque, sin territorio… no somos nada. Las lagunas son nuestro alimento; el bosque, nuestro hogar y nuestra medicina. Lo cuidamos porque es nuestro mundo, y si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará. Me siento profundamente orgullosa de ser parte de la Guardia Indígena y eternamente agradecida. Porque si no fuera por esta lucha colectiva, hoy yo no estaría aquí.”